The Literary Virus: Dangers of Overflowing Fiction in Modern Venezuelan Literature

 

Juan Cristóbal Castro

Juan Cristóbal Castro1
https://www.scielo.cl/img/orcid.pnghttp://orcid.org/0000-0002-9120-7941

1Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, CHILE. E-mail: juan.castro@pucv.cl

ABSTRACT

The following work proposes a reading of modern Venezuelan literature (1900-1940) as a way of positioning from the fictional overflow that radically melts literature with life. Faces with the obsession of the Venezuela positivist discourse to discriminate disciplines and mark the places of social and historical science from the places of fiction, the writers of this period seemed rather to question their assumptions, proposing different ways of overflowing.
Keywords: fiction; history; literature; overflowing; virus
Received: June 26, 2024; Revised: June 27, 2024; Accepted: October 29, 2024

 

Keywords:

 

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1Roger Chartier (2016) nos previene que ello venía sucediendo en el siglo XVIII con las prácticas de la lectura cuando el discurso sobre los libros se “medicaliza” y se construye una “patología del exceso de lectura considerado como una enfermedad individual o una epidemia colectiva” (p. 29).
2Aunque en una de estas crónicas también se comenta otro mal relacionado con la materialidad misma del libro, pues al parecer, y siguiendo a M. Henry de Panville, existen “gérmenes mortales en las hojas de nuestros libros predilectos” (Toro, 1897, p. 480), cosa que evidenciara la epidemia no solo se expande en la ficción y el genio, sino en el espesor corpóreo de páginas y bibliotecas.
3Sobre la novela decadentista en Venezuela y las representaciones de la enfermedad, recomiendo el estudio de Josefina Berrizbeitia (2007) “Realismo, naturalismo y decadentismo: categorías problemáticas en Venezuela”, que, si bien se detiene en mostrar los entrecruzamientos híbridos de estas tendencias, muestra casos importantes de escenificación de este mal. También están los trabajos de Álvaro Contreras (2010), como su recopilación de los textos de Pedro César Dominici y el articulo “La experiencia decadente. Sobre Pedro César Dominici”. Por otro lado, Isabel Clúa Ginés (2009) en “La morbidez de los textos: literatura y enfermedad en el fin de siglo” trabaja más directamente el tema, concentrándose en la literatura española de finales del siglo XIX.
4En el discurso para la Biblioteca Nacional “Rubén Darío y Venezuela” de Luis Beltrán Guerrero (1993) se muestran varios signos de rechazo no solo al decadentismo, sino cómo (desde ciertos presupuestos positivistas) se condenaba clínicamente la literatura desde Luis López Méndez, pasando por Lisandro Alvarado (1892) y Gil Fortoul (1895; 1916; 1930).
5Sobre la noción de “historia patria”, revisar bibliografía.
6Es un tópico tratado por el autor en varias ocasiones, siguiendo al Libertador. Cito un caso en Disgregación e integración: “Ardua y dilatada es la labor, múltiples y profundos los estudios que se requieren; pero si son contadas las inteligencias que pueden emprender una obra tan complicada, el solo conocimiento de cuantos esfuerzos se necesitan para llevarla a término, debe contener en los límites de una prudente abstención a los que se dedican al estudio de la sociología y de la historia, y no pretender como los publicistas diletantes cambiar el carácter de un pueblo con artículos de periódicos y hacerlo feliz con una constitución de papel” (Carrera Damas, 1961, p. 226).
7Vale acotar que, a su vez, la madre de la protagonista de Memorias de mama blanca (1929) tenía el “temperamento” de una poeta y “despreciaba la realidad y la sometía sistemáticamente a unas leyes arbitrarias y amables que de continuo le dictaba su fantasía” (de la Parra, 1991, p. 324),
8Ya Luz Marina Rivas había entrevisto en su trabajo “De Ana Teresa A Ana Teresa: Teresa de la Parra, paradigma de un siglo” (2010) este elemento de la novela de Teresa de la Parra, destacando su forma de leer “enfebrecida” (p. 201).
9Y con ánimo de provocación, María Eugenia propicia esta bibliofobia con gestos ingeniosos: “Este último pensamiento acerca del desnudo en los griegos no es mío, éste sí lo he leído en un libro y te aseguro, Tía Clara, que se quedará grabado en mi memoria” (de la Parra, 1991, p. 107).
10De hecho, si estos estaban todavía cruzados por demandas republicanas y civilistas, y un esteticismo muy romántico e impostado, él asume el mal literario hasta sus últimas consecuencias: primero, rompiendo las fronteras entre las representaciones ficcionales y la vida misma; segundo, diluyendo y cuestionando las demandas republicanas, convirtiéndolas hasta en formas imaginales de recreaciones ficcionales anacrónicas.
11En algunos de sus aforismos de Granizada (1929) se ve de forma más nítida esta crítica a la historia positivista. Ya cuando señala que la realidad está mediada por el lenguaje, en su caso el “símbolo”, cuestiona la presunción de la lectura transparente y hermenéutica al documento del pasado. “La verdad es el hecho” (Ramos Sucre, 1999, p. 522), señala, por otro lado, con ironía y luego hace una apología al equívoco: “La ciencia consta de los hechos y su explicación. Esta última es variable y sujeta al error, pero no debemos preocuparnos, porque el error es el principal agente de la civilización” (Ramos Sucre, 1999, p. 522). De igual modo, su crítica a la sociología suena mucho a una crítica al positivismo de gente como Laureano Vallenilla o Gil Fortoul; al hablar de Humboldt señala que “el medio geográfico no logra decentar del tipo conservado por la herencia, aviso que ilustra los conatos juveniles de la sociología, esa interpretación determinista de la vida” (Ramos Sucre, 1999, p. 71).
12Me refiero al texto “Tiempos heroicos”.
13En ese sentido uno puede pensar que para ellos había legitimidad en ciertos usos “literarios”, cuando eran para hablar de El Libertador y de los héroes de la independencia.
14Sobre la relación de Ramos Sucre con la adicción recomiendo el trabajo de Dayana Fraile (2013).
15Y no deja de ser curioso que, después de lo anterior, el autor intentara con una novela más, La galera de Tiberio (1933), una novela que llevará una impronta muy parecida, pero que lamentablemente no la podrá terminar del todo. Por razones desconocidas, seguirá luego con sus trabajos más periodísticos o históricos, como si hubiese querido dejar atrás la experimentación anterior, como si hubiese sido una enfermedad que atacó por un tiempo al escritor y que quisiera superar ahora volviendo a la historia o a los hechos periodísticos, tan importantes para la sociedad moderna de ese entonces.
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